viernes, 19 de noviembre de 2010

Atracados y sin esperanza, nuestros primeros braceros


EDUARDO SUÁREZ / México


Después de que el presidente Lázaro Cádenas terminó su sexenio y una vez que quedó instalado en el poder el general Manuel Ávila Camacho, legiones de paisanos nuestros aceptaron alistarse en el Mexican Farm Labor Program, un acuerdo laboral temporal para que campesinos de aquí fuesen a trabajar como obreros agrícolas a los Estados Unidos de América.

Dicho convenio, al que popularmente se le dio el nombre de Programa Bracero, había dado inicio en 1942, ante la escasez de mano de obra en el país vecino, volcado masivamente en la II Guerra Mundial.

El Mexican Farm Labor Program primero se limitó a contratar campesinos mexicanos para cultivar y cosechar azúcar en las plantaciones de California, pero luego se amplió.

De ese modo, con lo poco que ganaban en jornadas maratónicas y condiciones míseras de vida y de trabajo, los obreros llegados de México a lo que antes fue su territorio empezaron a mandar remesas a sus comunidades de origen, para procurar mejorar la calidad de la vida de sus familias, que dejaron detrás de la frontera.

En 1947 esos hombres ya habían enviado hacia acá 11 mil dólares "de aquéllos". Muchos fallecieron, después, en los terrenos de cultivo de aquel lado; otros murieron construyendo líneas de ferrocarril, y otros más, hasta nuestros días, como resultado de su continua y larga exposición a los efectos de los insecticidas, sufren de enfermedades en la columna vertebral y también en las vías respiratorias. Además, "f
ueron vejados”, consigna en un reportaje el español Periodismo Humano:

“Antes de cruzar la frontera, los fumigaban para sacarles los 'piojos', y sin decir ni agua va enseguida les extraían sangre para inyectársela a soldados gringos que regresaban heridos de la guerra".

No sólo eso. Sin su consentimiento, les retuvieron 10 por ciento de sus percepciones; cantidades que, según les informaron allá, al finalizar el programa mencionado les iban a ser reembolsadas a través del gobierno de México.

¿Se cumplió esa promesa? No, desde luego. A lo largo de los 24 años que duró el acuerdo respectivo, se firmaron cinco millones de contratos que involucraban a casi 2 millones de los nuestros, a quienes hoy se les debe una cantidad estimada entre mil millones de dólares y 500 mil.

Pero los diputados del PRI, del PAN y del PRD (bueno, no todos los levantadedos de este partido, solamente los llamados “chuchos”, quienes de hecho operan al servicio de la “mafia” salinista) aprobaron un abono de "apenitas un mil 200 millones" de pesos mexicanos.

Un abono “chiquito”, como los que menciona en su publicidad Salinas Pliego, dueño de "Elektra", socio o ex socio de Raúl Salinas y archimillonario abusivo.

¿Qué ha ocurrido? Que el gobierno estadunidense sí transfirió esos fondos a las autoridades mexicanas; pero al día de hoy, los gobiernos de México (priistas y panistas) no han aclarado que pasó con toda esa lana.

Para distraer a los tontos, lo que sí hacen es desplegar campañas denigrantes, tildando a quien los enfrenta como “un peligro para México".


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