miércoles, 27 de abril de 2011

Ominoso futuro, si el PRI regresa: Dresser



Twitter: @EduardoSuarez_

Va pa'tras
Por Denise Dresser
Grupo Reforma

Ciudad de México, México

Basta con ver la cara de los priistas en cualquier acto público. Basta con advertir las sonrisas compartidas, los rostros complacidos, los abrazos entusiastas. Están felices y se les nota; están rebosantes y no lo pueden ni lo quieren ocultar. Saben que vienen de vuelta, saben que están de regreso, saben que encuesta tras encuesta los coloca en el primer lugar de las preferencias en las elecciones estatales y cada vez más cerca de recuperar el control del gobierno federal.

El PRI resurge, el PRI revive, el PRI resucita. Beneficiario del panismo incompetente y del perredismo auto-destructivo, el Revolucionario Institucional está a un paso de alcanzar el picaporte de Los Pinos tan sólo dos sexenios después de haber sido expulsado de allí.
Para muchos mexicanos esta posibilidad no es motivo de insomnio ni de preocupación. Hablan del retorno del PRI como si fuera un síntoma más de la normalidad democrática. Un indicio más de la alternancia aplaudible.

Un indicador positivo de la modernización que México ha alcanzado y que ya sería imposible revertir. "El país ya no es el mismo que el de 1988", advierten quienes no se sienten alarmados por la resurrección priista. "El PRI no podría gobernar de manera autoritaria como lo hizo alguna vez", sugieren quienes celebran los logros de la consolidación democrática. "Los priistas se verían obligados a instrumentar las reformas que hasta ahora han rechazado", auguran los oráculos del optimismo. Y ojalá tuvieran razón las voces de aquellos a quienes no les quita el sueño la posibilidad de Enrique Peña Nieto en Los Pinos, Manlio Fabio Beltrones en la Secretaría de Gobernación, Beatriz Paredes en cualquier puesto del gabinete, y Emilio Gamboa en la presidencia del PRI.

Ojalá fuera cierto que una nueva era de presidencias priistas sería señal de alternancia saludable y no de regresión lamentable. Ojalá fuera verdad que tanto el país como el PRI han cambiado lo suficiente como para prevenir el resurgimiento de las peores prácticas del pasado. Pero cualquier análisis del priismo actual contradice ese pronóstico, basado más en lo que sus proponentes quisieran ver que en la realidad circundante. Como lo escribe el columnista Tom Friedman en The New York Times, en México hoy coexisten tres grupos:

"Los Narcos, los No's y los NAFTA's": los capos, los beneficiarios del statu quo y los grupos sociales que anhelan el progreso y la modernización. Y hoy el PRI es, por definición, "El Partido del No". El que se opone a las reformas necesarias por los intereses rentistas que protege; el que rechaza las candidaturas ciudadanas por la rotación de élites que defiende; el que rehúye la modernización sindical por los "derechos adquiridos" que consagró; el que no quiere tocar a los monopolios porque fue responsable de su construcción. El PRI y sus bases son los "No's" porque constituyen la principal oposición a cualquier cambio que entrañaría abrir, privatizar, sacudir, confrontar, airear o remodelar el sistema que los priistas concibieron y del cual viven.

A quien no crea que esto es así, le sugiero que lea los discursos atávicos de Beatriz Paredes, que examine la oposición pueril de Enrique Peña Nieto a la reelección, que reflexione sobre los intereses cuestionables de Manlio Fabio Beltrones, que estudie los negocios multimillonarios de Emilio Gamboa, nuevo dirigente de la CNOP y próximo presidente del partido. Allí está el PRI clientelar, el PRI corporativo, el PRI corrupto, el PRI que realmente no cree en la participación ciudadana o en los contrapesos o en la rendición de cuentas o en la apertura de la vida sindical al escrutinio público. Si la biografía es micro-historia, entonces se vuelve indispensable desmenuzar la de Emilio Gamboa ya que su selección reciente para una de las posiciones más importantes del priismo revela mucho sobre el ideario, los principios y el modus operandi de la organización.

Emilio Gamboa, descrito en el libro coordinado por Jorge Zepeda Patterson, Los intocables, como el broker emblemático de la política mexicana; el intermediario entre el dinero y el poder político. Vinculado al Pemexgate, al quebranto patrimonial en Fonatur, al crimen organizado vía su relación con Marcela Bodenstedt y el Cártel del Golfo, a las redes de pederastia, al tráfico de influencias. De nuevo en la punta del poder dentro de su propio partido.

Ése es el PRI del 2010, y si no lo fuera, su dirigencia ya habría denunciado a Emilio Gamboa junto a tantos que se le parecen. Pero no es así. El PRI nuevo milenio y el que se apresta a gobernar a la República sigue siendo un club transexenal de corruptos acusados y corruptos exonerados; de cotos construidos sobre la intersección de la política y los negocios; de redes tejidas sobre el constante intercambio de favores y posiciones, negociadas a oscuras. En una conversación telefónica grabada y ampliamente diseminada -que a pesar de ello no ha hecho mella en su carrera política- Emilio Gamboa le dice a Kamel Nacif: "va p'a tras". Y ése es el mismo mensaje que el PRI envía sobre el país bajo su mando.
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Si te gustan y si estas de acuerdo con mis planteamientos, te agradecería que los reenviaras a tus amigos, parientes y contactos, en el entendido de que trato de hacer conciencia y ciudadanos críticos y participativos. México lo hacemos todos los días ¡todos!
¡Gracias!

'Va pa' tras'
Por Denise Dresser
Grupo Reforma_.___

lunes, 25 de abril de 2011

El 68 mexicano; Jardón versus Echeverría



Twitter @EduardoSuarez_
FOTO: Edmundo Jardón (tercero de izq. a der.)
en imagen de Revista de Revistas de Excélsior

José Carreño Carlón
La política y los medios en la noche del bazucazo
(Tomado de http://www.conaculta.gob.mx/micrositios/1968/lapolitica.html)

Nada parecía explicar la toma militar del centro de la capital. Y nada parecía ameritar el disparo de bazuca que la madrugada del 30 de julio de 1968 convirtió en cenizas y astillas el portón labrado del Colegio de San Ildefonso, una muestra del barroco colonial que había sobrevivido a las guerras de la Independencia, la Reforma y la Revolución. Allí había inaugurado el presidente Benito Juárez la Escuela Nacional Preparatoria, 100 años antes, y allí irrumpía aquel proyectil en medio de una etapa que se exaltaba como la más prolongada de paz y estabilidad en la historia mexicana: un logro que sería coronado con la celebración, en estas tierras, de la Olimpiada de aquel 1968.
Y con ser estos hechos y estos contextos tan noticiosos y propicios para la indagación y el análisis periodísticos, poco había, sin embargo, en los medios de comunicación de la época, que esbozara la trascendencia de la escalada represiva a que apuntaba aquella noche de julio, la noche del bazucazo, dentro del vértigo de violencia gubernamental que, tras las posteriores tomas militares de Ciudad Universitaria y del Casco de Santo Tomás del politécnico, conduciría a la todavía más trágica noche de Tlatelolco del 2 de octubre siguiente.
Es cierto que hubo algunos reporteros y fotógrafos intrépidos —pocos editores y escasos articulistas— que acertaron a deslizar en sus medios datos, imágenes y atisbos que contribuían a anticipar la gravedad de la tragedia en gestación. Pero en general era notable el contraste entre los hechos que cualquiera podía ver en las calles y la forma en que éstos eran reconstruidos en los discursos mediáticos.
Los medios en México vivían en la Corte del Boletín, que otros llamaban la Orden del Sobre (en alusión al envase del subsidio gubernamental, en efectivo, que se solía asignar a los informadores de los medios).
Los funcionarios no se exponían a responder preguntas de reporteros. Ni siquiera bajo garantía de lucimiento, porque privaba la regla de oro codificada por Fidel Velázquez, que imponía que “el que se mueve no sale en la foto”, en referencia a que los funcionarios que aspiraban al ascenso, especialmente a la silla presidencial, debían ser más que discretos en sus movimientos y declaraciones. El resultado era un no- debate público en los medios, porque las primeras planas de la prensa y sus secciones políticas sólo destacaban los contenidos de los boletines autorizados, o de los discursos (revisados) de oradores designados desde Palacio Nacional.
Pero la noche del bazucazo —aparte del insólito bloqueo militar de la capital, que se prolongó tanto o más que los bloqueos de los manifestantes de estos tiempos— se registraron otros hechos insólitos, para la época, en la relación de la política y los medios.
Un llamado a las redacciones pasada la medianoche del 29 al 30 de julio anunció que se ofrecería enseguida una conferencia de prensa en el Departamento del Distrito Federal, lo cual resultó, para empezar, tres veces insólito: 1) por la hora, 2) porque en aquel tiempo los funcionarios no citaban a conferencias de prensa, y 3) por el formato, con cuatro apretujados miembros del gabinete presidencial separados, por el ancho de una mesa, de un grupo de periodistas.

Un extraño en la Corte del Boletín
Los periodistas habían sido sacados apresuradamente de sus casas, sus bares o sus redacciones, como fue el caso de este testigo, quien en ese momento cerraba la sección internacional a su cargo, en un diario, y se le solicitaba trasladarse al zócalo con un redactor.
Fue entonces que ocurrió un hecho todavía más insólito: la aparición de un ser extraño en la Corte del Boletín. Un hombre de sombrero y gabardina llegaba a romper el protocolo reverencial del trato de los periodistas con los funcionarios y a contagiar a otros desvelados asistentes. De las filas del entonces proscrito Partido Comunista, el escritor Edmundo Jardón Arzate se había deslizado a la sala de juntas del jefe del Departamento del Distrito Federal, escudado en Antonio Cáram, el reportero estrella del semanario del mismo partido, La Voz de México. Los dos se sentaron juntos y quedaron exactamente frente al secretario de Gobernación, Luis Echeverría, a no más de dos metros.
Sin formación ni entrenamiento ni experiencia para enfrentarse a preguntas de los medios —ni de nadie—, los funcionarios iban tartajeando dificultosamente lo que hoy se llamaría su principal mensaje clave: que los allí presentes, el mencionado secretario de Gobernación y el jefe del Departamento del D.F., Alfonso Corona del Rosal, con la asesoría de los procuradores de justicia de la nación, Julio Sánchez Vargas, y del D.F., Gilberto Suárez Torres, también presentes, habían decidido solicitar la intervención del ejército esa noche ante las proporciones alcanzadas por los disturbios.
Con este primer mensaje clave los funcionarios se proponían producir dos efectos. Por una parte, impedir la percepción de que el ejército hubiera actuado por su cuenta. Este giro formaba parte de un discurso oficial muy arraigado entonces, tendiente a destacar la estabilidad y la civilidad del sistema político mexicano, en contraste con la situación latinoamericana en que los militares solían imponerse a las autoridades civiles e incluso derrocarlas. Pero, por otra parte, el mensaje buscaba alejar al Presidente de la República, de gira por Jalisco, de aquella primera gran decisión represiva de la temporada, a fin de que el jefe del Estado pudiera mantenerse como una última instancia conciliatoria. Y así lo sobreactuó el propio Díaz Ordaz al día siguiente con un discurso —sin el menor poder de convicción— desde Guadalajara, en el que ofrecía su “mano tendida” a los estudiantes.
Pero el segundo mensaje clave de la conferencia de prensa prácticamente invalidaba el anterior, porque dejaba sin espacio cualquier intento conciliatorio. Y es que, con su discurso desordenado, lleno de repeticiones y pleonasmos, los cuatro comparecientes de la madrugada aseguraron que las movilizaciones obedecían a “un plan de agitación y subversión perfectamente planeado” (sic). Además revelaban toda una conspiración contra el país en un tono marcadamente macartista: “La filiación de los promotores del plan”, denunciaban, “se encuentra en la identidad de algunos de los detenidos, pues se trata de elementos del Partido Comunista”.
La Constitución y la conjura. Una desacostumbrada réplica cayó entonces contra el primer mensaje clave. Menudo, moreno, de hablar pausado, como de profesor exigente, Jardón pidió a los miembros del gabinete una precisión sobre la afirmación de que ellos habían pedido la intervención del ejército. Y lo hacía de cara al texto —que citó— del artículo 89 de la Constitución, que prevé que sólo el Presidente de la República puede disponer de las fuerzas armadas para la seguridad interior y la defensa exterior de la nación. El silencio se sintió eterno. Los conferencistas se volteaban a ver, nerviosos, pero no tuvieron una respuesta ante las dos opciones igualmente comprometedoras que se abrían paso en el aire pesado de aquella madrugada: o los funcionarios presentes mentían al haberse autoatribuido la solicitud de la intervención del ejército, o habían actuado —todos, incluyendo el ejército— al margen de la Constitución al no haber contado con la orden presidencial.
Quizá por eso los comparecientes optaron por concentrarse en el segundo mensaje, buscando descalificar al movimiento como una conjura contra México, y tratando de convertirlo en lo que cuatro años después se llamó un “pánico moral”, de acuerdo con el concepto que acuñó Stanley Cohen para ilustrar la satanización de los jóvenes ingleses a través de los medios en aquella época.
Pero tampoco en este punto se quedó callado Jardón. Luis Echeverría, el secretario de Gobernación, en otro acto insólito, lo había increpado personalmente. De manera directa se había dirigido Echeverría a Jardón, hablándole con rudeza de tú y llamándolo por su apellido, para decirle que él —Jardón— sabía muy bien que los disturbios habían sido decididos en la Conferencia Tricontinental celebrada en La Habana en 1966, con la participación de comunistas mexicanos. De allí, el secretario de Gobernación había pretendido dar por terminada la conferencia con un discurso concluyente según el cual el ataque militar de esa jornada había sido “para preservar la autonomía universitaria de los intereses mezquinos e ingenuos, muy ingenuos, que pretenden desviar el camino ascendente de la Revolución mexicana”.
No lo hubiera dicho, porque eso le dio pie a Jardón, en un hecho insólito más, en aquel entonces, para llamar al secretario de Gobernación por su nombre de pila y hablarle también de tú. En un tono de reproche, sí, pero como de una cálida tristeza o decepción. Lo que Jardón le reprochaba a Luis —subrayando la familiaridad al llamarlo por su nombre, y no por su cargo o por su título, como era entonces obligado— es que tratara de justificar de una manera tan falaz el ataque brutal a su escuela preparatoria —la prepa que había sido de los dos—, la que los había formado en su adolescencia y juventud en las ideas generosas (que habían llegado a compartir) en favor de la justicia y la libertad.
Esto no se registró en los medios. En ellos dominó la versión oficial de la conjura contra México, de la intransigencia y el sectarismo de los manifestantes y de la pertinencia del ataque militar contra la vieja Escuela Nacional Preparatoria. “La intransigencia de un grupo sectario provoca la acción enérgica del gobierno”, fue una célebre cabeza a ocho columnas que ilustró la relación de la política y los medios la noche del bazucazo.
Sólo que Jardón cerró su última interpelación con una profecía cumplida a plenitud cuarenta años después: “De aquí en adelante, Luis, todo lo que suceda o pueda suceder en México va a ser responsabilidad tuya y culpa de ustedes, pues no sé por qué motivos, pero artificialmente, están provocando un problema que va a llegar a adquirir proporciones nacionales e internacionales”.

viernes, 22 de abril de 2011

Corazón, cerebro y muchos huevos


Twitter:
@EduardoSuarez_


Un gran abrazo pleno de admiración, cariño camaraderil y sencillez para mi insustituible hermano Bonfiglio Cervantes Tavera, dondequiera que se encuentre

A Tuulita y mis cuatro pequeños, porque nada de lo arriesgado careció de una inconmensurable lección de amor y de esperanza por la Vida y un México mejor

Con gratitud al Chelís y a Martha Maldonado, cada cual en su circunstancia (el texto que sigue NO es de mi autoría)


LA "BRIGADA ROJA" Y LA PRIMERA ACCIÓN DE
LA LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE


En la mañana soleada del 12 de abril de 1973 un comando guerrillero expropia la empresa Industria Eléctrica de México, S. A. (IEM), establecida en una de las zonas más fabriles del país, ubicada sobre la carretera Tlalnepantla-Cuautitlán, Edo. de Mex. La operación se realiza en tan sólo cuatro minutos; en la acción pierden la vida dos policía del Estado de México y dos millones de pesos y cuatro armas reglamentarias de la policía pasan a poder de los activistas.
Al día siguiente la prensa menciona el hecho con sensacionalismo, pues es el asalto más cuantioso, hasta esa fecha, perpetrado por organización guerrillera alguna en la historia más reciente del país; la prensa también resalta la rapidez, precisión y contundencia del comando y la desorientación policíaca por sus ejecutores. El Estado burgués mexicano y sus cuerpos represores ignoraban aún el nacimiento de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S) y que esta expropiación fundaba su actividad pública.
En efecto, la expropiación a la IEM la concibe la LC23S cuando apenas tenía un mes de fundada; y la ejecuta la Brigada Roja (expresión de la Liga en el Distrito Federal y estados circunvecinos) con menos de tres semanas de conformada. ¿Por qué la premura para el accionar público y por qué se le encomendó a la Brigada Roja (BR) esta acción? Hagamos un breve repaso a esos cuatro primeros meses de 1973, periodo pletórico de encuentros, desencuentros, borrones y cuentas nuevas, de inicios y fundaciones:
Los antecedentes inmediatos.
Aunque antes de 1968 en México ya había actividad guerrillera, es a partir de 1970 que el panorama nacional se ve irrumpido por multitud de grupos subversivos. En la Ciudad de México, uno de esos grupos que más se distingue porque desde su origen se planteaba la necesidad de desarrollar una alternativa político-militar y por tener una viva preocupación teórica, distinguiéndose además por sus múltiples férreos militantes y por su alto número de agremiados con que llegó a contar. Este grupo había surgido del activismo estudiantil de 1968, nutriéndose de los Comités de Lucha del Instituto Politécnico Nacional, la UNAM y otras Escuelas Superiores. De entre sus fundadores destacaban Miguel Domínguez Rodríguez, originario de Durango, estudiante y después ingeniero geólogo de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA) del Instituto Politécnico Nacional; y Carlos Salcedo García, originario del Distrito Federal, ex militante de la Liga Comunista Espartaco (LCE), estudiante de sociología en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus centros de operación estarían en el Distrito Federal, con trabajo político en el Instituto Politécnico Nacional, en Ferrocarriles, en la UNAM, la Normal Superior, y con los gremios de costureras, telefonistas, correos, electricistas y con una amplia red de vecinos del pueblo de Topilejo; y en otras ciudades como Chihuahua, Oaxaca, Veracruz y Ciudad Juárez con obreros, campesinos, y organizaciones populares.
Comando Lacandones. Descalabros y transformación.
Este grupo sin nombre tuvo su primer descalabro el 28 de febrero de 1972, cuando varios de sus militantes fueron capturados por la policía a raíz de investigaciones a la horadación nocturna del techo de una armería en la calle de Argentina, en pleno centro de la ciudad ¡a sólo dos calles del Zócalo!, asiento oficial del Poder Ejecutivo Federal. Es cuando la organización es bautizada por la propia policía como Comando Lacandones porque los agentes de la ley no conciben a guerrilleros sin etiquetas. La organización parece asimilar y resistir bien este primer embate; pero lo peor es que la policía ha detectado su existencia e identificado a muchos de sus miembros y quehaceres políticos.
Y a fines de septiembre de ese fatídico 1972 es capturado un segundo y numerosísimo grupo del Comando Lacandones; son detenidos casi cincuenta militantes y, entre ellos, sus principales comandantes Miguel Domínguez y Carlos Salcedo. Este golpe es el más severo, aunque mucho del trabajo organizativo es puesto a salvo porque se autodestruyeron muchos puentes y andamiajes para atajar la represión gubernamental.
La recomposición organizativa lacandona se antojaba actividad titánica; se requeriría mucho trabajo y paciencia para recontactar a muchos cuadros y, sobre todo, enmendar errores y replantear con urgencia la táctica y la estrategia. Pero el 31 de enero de 1973 cae prisionera otra parte del Comando Lacandones, la tercera y última.
Reconstruyendo a la organización. Pláticas con Vicente.
La detención del tercer grupo de lacandones coincidió con la recontactación de varios cuadros que permitieron, a corto plazo, reconstruir algo del tejido organizativo. También en este periodo de enero-marzo de 1973 se incrementaron las relaciones con los grupos hermanos de Los Guajiros, Los Procesos y Los Macías (la relación con estos grupos ya eran añejas y siempre cordiales).
Mientras el Comando Lacandones se reconstruía lentamente, simultáneamente realizaba encuentros sistemáticos con Ignacio Salas Obregón, líder de los grupos Movimiento Estudiantil Profesional (MEP) y Los Procesos y ocasionalmente con José Ángel García Martínez. Ignacio Salas (mejor conocido como Vicente) insistía en que lo fundamental era proseguir la labor teórica iniciada por Raúl Ramos Zavala. Y planteaba, además, un plan mayúsculo, en cuyo punto central se encontraba el finiquito de la dispersión orgánica, política y teórica de los revolucionarios, expresada, entre otras cosas, en la proliferación de grupos armados independientes unos de otros, como paso inicial para la construcción de la organización de vanguardia.
Los Maderas viejitos.
Las reuniones con Vicente se dan discutiendo teórica y políticamente en torno de los documentos llamados “Madera 1”, “Madera 2”, “Madera 3” y “Madera 3 bis”, escritos, entre otros, por Vicente promoviendo la unificación del movimiento armado socialista. En estos Maderas se analizan y recuentan las experiencias obtenidas en la lucha y la forma en la que debía continuarse. Los documentos llevan tal nombre en memoria del asalto al Cuartel Madera en Chihuahua el 23 de Septiembre de 1965.
Igualmente, Vicente tenía ya toda una concepción sobre el carácter económico-estructural de la universidad, sobre la “producción y reproducción del capital en el proceso educativo-universitario” (que al interior de la Liga se conoció como la tesis de la Universidad-Fábrica y que hoy es tan defenestrada por su malabarismo teórico).
Paralelamente a las discusiones y comunión de intereses con Vicente, se definían con José Ángel García Martínez y Gustavo Adolfo Hirales Morán los planes de integración organizativa con los distintos grupos guerrilleros del país. Así el Comando Lacandones acuerda acudir al inminente encuentro interguerrillero y nombra a David Jiménez Sarmiento (conocido en esa época como Damián) y Jorge Alfonso Rojas Díaz (con el alias de Ernesto) y, además acuerda también, cubrir todos los gastos monetarios necesarios para el desarrollo de ese encuentro nacional, incluyendo los traslados de todos los delegados (los Lacandones tenía suficientes recursos por su expropiación a las oficinas centrales de la Panificadora Bimbo, 18-ene-73)
Nace la Liga.
Los esfuerzos por liquidar la dispersión en todos los niveles se materializaron en marzo de 1973, con la unión de la mayoría de los grupos existentes, surgiendo así, la Liga Comunista 23 de Septiembre, como una síntesis de todos ellos y constituyendo la expresión más desarrollada de este movimiento.
La reunión constitutiva inicia el 5 de marzo de 1973 en Guadalajara con el Frente Estudiantil Revolucionario (FER) como anfitrión. A la casa alquilada por Fernando Salinas Mora (a) “El Richard”, del FER acuden:
Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Grupo que encabezara en la Universidad de Guadalajara un intento de democratización, por lo que es reprimido y obligado a ingresar a la clandestinidad y crear su infraestructura de guerrilla. Este grupo se escindió en tres: una parte que crearía las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP); otra parte que se iría con Unión-Pueblo (UP), después PROCUP-PDLP; y la parte que ingresa a la Liga.
Los Procesos. Grupo conformado por ex-militantes de la Juventud Comunista (JC) filial del Partido Comunista México (PCM). Grupo dirigido por Raúl Ramos Zavala y a la muerte de éste, por José Ángel García.
Movimiento Estudiantil Profesional (MEP). Grupo con amplio trabajo social en zonas deprimidas inspirado en la Teología de la Liberación, la Iglesia de los Pobres. Su figura más importante sería Ignacio Salas Obregón.
Movimiento 23 de Septiembre-MAR. Surgido de los restos del Grupo Popular Guerrillero “Arturo Gámiz”, y la guerrilla de Oscar González en 1968 en alianza con un grupo desprendido del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR).
Federación de Estudiantes Universitarios de Sinaloa (FEUS ó “Los Enfermos”). El grupo con más peso por su vinculación social y propugnador de una universidad al servicio del pueblo. Este grupo también es severamente reprimido, por lo que sus líderes deciden pasar a la clandestinidad, paso que dan sin perder su base social.
Los Macías. Su origen es la Liga Leninista Espartaco (LLE) de José Revueltas y la Liga Comunista Espartaco (LCE),
Comité Político-Militar “Arturo Gámiz“. Grupo que opera en las sierras de Sonora y Chihuahua ( aún no nacía).
Los Guajiros. Procedentes del movimiento estudiantil de 1968 y activistas de Chihuahua. Su principal dirigente seria Leopoldo Angulo Luke “General” o “Matus” del comité de lucha de la ESIME-IPN. Sus centros de operación estarían en el Distrito Federal y Baja California.
Grupo Comunista de Chihuahua. Procedentes de activistas estudiantiles y normales rurales dela Federación de Estudiantes y Campesinos Socialistas de México (FECSM) y cuyos dirigentes fueron Diego Lucero Martínez y Manuel Ángel Barraza García (este fue un comando de Los Guajiros que actuó el 15 de enero, nada más, Barraza no tuvo nada que ver ahí) .
Comité Estudiantil Revolucionario (CER). Creado por influencia de Raúl Ramos Zavala en la puja por la autonomía de la Universidad de Nuevo León que adopta las tesis de la Universidad-Fábrica. Su base social está en los estudiantes radicalizados de la UANL y en el movimiento obrero sindicalista.
Comité Local de Lucha Estudiantil (CLLE). Asiste a la reunión de marzo, pero se integra a la Liga meses después y una de sus dirigentes sería Rosario Elena Carrillo y con centro de operación en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Comando Lacandones. Ya mencionado en párrafos anteriores.
Los representantes de estos grupos discuten durante casi 15 días y acuerdan la línea política de la nueva organización político-militar. Se discuten todas las ponencias y opiniones presentadas. Al final se aprueba la adopción de las ideas expuestas en los “Madera” y, de la recopilación del conjunto de las ideas expuestas, se elabora el documento, redactado por Ignacio Arturo Salas Obregón, intitulado “Cuestiones Fundamentales del Movimiento Revolucionario”.
Acuerdan 1.- Denominar a la organización Liga Comunista 23 de Septiembre; 2.- Una Coordinadora Nacional será su órgano máximo de dirección 3.- Se nombra un Buró Político como brazo ejecutivo, integrado por José Ángel García Martínez, Ignacio Arturo Salas Obregón, Leopoldo Angulo Luke, José Ignacio Olivares Torres, Rodolfo Gómez García y Manuel Gámez Rascón; 4.- Se integra un Comité Militar bajo la responsabilidad de Leopoldo Angulo Luke, David Jiménez Sarmiento (a) “Damián” y Francisco Alfonso Pérez Rayón.
La Liga estará constituida por diferentes Comités Coordinadores Zonales Políticos-Militares. Los responsables estatales son, entre otros: En Sinaloa, Gustavo Adolfo Hirales Morán y Francisco Rivera Carvajal; en Sonora Eleazar Gámez Rascón y Ma. de la Paz QuintanillaFlores; en Chihuahua “Luis, “Pancho” y “Roberto”; en Nuevo León Héctor Escamilla Lira, Rodolfo Gómez García y Héctor Torres González; en Sinaloa “Rodolfo”, “Macario”, “Ernesto”, “Emilio” e Ignacio Arturo Salas Obregón; en Jalisco José Ignacio Olivares Torres, Pedro Orozco Guzmán y Emilio Rubio; en Oaxaca Carlos Cevallos Loya y José García Wenceslao; EN EL DISTRITO FEDERAL JOSÉ BONFILIO CERVANTES TAVERA (A) “MATEO”, David Jiménez Sarmiento (a) “Damián” y Francisco Alfonso Pérez Rayón.
Se definen tres frentes guerrilleros en el llamado “Triángulo de Oro”, en los estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Durango. Para el primer frente su comandante general es Salvador Gaytán Aguirre; el segundo frente lo comanda Gabriel Domínguez Rodríguez; y el tercer frente es comandado por Eleazar Gámez Rascón. Hay, además, comités en Nuevo León y Tamaulipas que operan con el nombre de Comandos Urbanos del Comité Estudiantil Revolucionario. En Tabasco los responsables son Paulino Peña Peña y Francisco Márquez Guzmán. En Guerrero y Oaxaca José García Wenceslao (a) “Sam” es el comandante de la guerrilla rural “Brigada Emiliano Zapata”; mientras que José Manuel Báez Ávila es el responsable de la guerrilla urbana en Oaxaca.
La Liga Comunista 23 de Septiembre contaba con gran cantidad de miembros que se distribuían por casi la totalidad de la república, principalmente las áreas de concentración urbana, aunque también contaba con algunas brigadas rurales. La tesis leninista del centralismo democrático fue el soporte central del desarrollo orgánico seguido por la Liga, lo cual permitió, apenas nacida, seguir captando importantes cuadros y esfuerzos orgánicos que ya habían logrado una base de regional y contaban con algunos materiales teóricos.
Nace la Brigada Roja
Bajo las directrices emanadas de la reunión constitutiva de la Liga se procedió a su ejecución en el Distrito Federal. Así, SE DECRETÓ LA CONCLUSIÓN DEL COMANDO LACANDONES Y SE LE SUSTITUYÓ CON LA CONFORMACIÓN DE LA BRIGADA ROJA, CON JOSÉ BONFILIO CERVANTES TAVERA (MATEO) COMO SU JEFE POLÍTICO Y DAVID JIMÉNEZ SARMIENTO (AHORA HACIÉNDOSE LLAMAR CHANO) COMO EL JEFE MILITAR; ADEMÁS MATEO SERÍA AUXILIADO EN SUS TAREAS POLÍTICAS POR FRANCISCO ALFONSO PÉREZ RAYÓN (ANDRÉS) Y JOSÉ LUIS PACHECO ARAGÓN (ARTURO); MIENTRAS QUE CHANO SERÍA APOYADO EN SUS RESPONSABILIDADES MILITARES POR ALFONSO ROJAS DÍAZ (ERNESTO) Y POR ARTURO RIVAS JIMÉNEZ (GERMÁN, OMAR O RENÉ). ESA FUE LA PRIMERA DIRECTIVA DE LA BRIGADA ROJA.
La Brigada Roja tuvo como base corporativa a los ex lacandones, pero se vio ampliamente favorecida con la incorporación de múltiples elementos que hasta ese momento habían militado en las otras organizaciones fusionadas a la Liga y que también operaban en el Distrito Federal. Es justo mencionar que con estas incorporaciones la Brigada Roja se fortaleció más en calidad que en número. Y también ES NECESARIO APUNTAR QUE EN EL SENO DE LA BRIGADA NUNCA SE DIERON SECTARISMOS O REMINISCENCIAS DE MILITANCIAS PASADAS, POR EL CONTRARIO, TODOS SUS MIEMBROS ASUMIMOS QUE LA BRIGADA ROJA Y, SOBRE TODO, LA LIGA ERAN FASES SUPERIORES DE ORGANIZACIÓN.
La Liga irrumpe en el escenario nacional. Expropiación a la IEM.
Desde su creación, la Liga cuestionó la proliferación de acciones armadas tendientes a la consecución de recursos económicos, argumentando como prioridad máxima la capacitación de sus militantes y procurando la selectividad de tales acciones según su sentido político. Por lo que, el mayor énfasis debía darse en tareas tendientes a la discusión política con las bases proletarias más combatientes en base a los documentos teóricos de la organización. A este enunciado indiscutible, era común que algunos dirigentes de la Liga señalaran a la BrigadaRoja y al FER como ejemplos contrarios a estos postulados, por estar imbuidos en un “militarismo encarrerado”.
Por eso causó extrañeza que la dirección de la Liga, apenas recién creada, ya encargara a la Brigada Roja una expropiación, y específicamente a la empresa Industria Eléctrica de México, S. A. (IEM), pero ¿dónde estaba la selectividad del sentido político? ¿y por qué requerir a la BRalgo que se le reprochaba? ¿Ton’s qué, en qué quedamos?
No hubo respuestas, pero EN LA BR NOS QUEDABA CLARO QUE EL INMENSO APARATO QUE HABÍAMOS CREADO CON LA LIGA CORRÍA EL RIESGO DE NACER PARALÍTICO Y ERA NECESARIO, POR LO MENOS EN SUS INICIOS, CANALIZARLE RECURSOS PARA SU OPERATIVIDAD. En cuanto al escogimiento de la BR para tal actividad, Salas Obregón nos dijo en confidencia que evidentemente se había considerado el vasto acervo que los Lacandones habían tenido en estos menesteres. En efecto, este Comando tuvo en su corta existencia un amplio historial de acciones expropiatorias, y todas exitosas, algunas de ellas fueron: tienda de autoservicio De Todo; el ataque simultáneo a la camioneta del Banco del Atlántico y la taquilla de la estación Gómez Farías del Sistema Metropolitano de Transporte Metro (taquilla donde se concentraba lo recaudado por otras taquillas del sistema); Siderúrgica Mexicana DINA, S.A. de C.V.; tesorería de la Unidad Habitacional de la CTM; joyería Minerva; Zapatería 3 Hermanos; Armería “Armas y Deportes” ubicada en pleno centro de la ciudad de México (única acción fallida); clínica particular en la carretera México-Puebla, en el Estado de México; Compañía Hulera Goodrich Euzkadi; terminal de camiones urbanos de la línea Colonia del Valle-Coyoacán; Sunbeam Mexicana; oficinas centrales de Panificadora BIMBO.
Estando así las cosas, la BR se dispuso con todo su profesionalismo a preparar la operación IEM: se reconoció el lugar, se elaboraron mapas y maquetas, se inventaron pretextos para ingresar a las instalaciones, se supo de las fechas y horarios de los pagos de nómina y los movimientos de las camionetas bancarias, hasta se consiguieron los planos arquitectónicos de las instalaciones, incluyendo su red de alcantarillado.
También se procedió a conformar al equipo ejecutante: decidimos que los seis miembros de la directiva en pleno de la BR participaran directamente, a lo que el Buró Político se opuso por imprudente y que en una sola acción se arriesgara la comandancia de todo un Comité Coordinador de Zona. Hubo que replicar tenazmente a esta negativa, se argumentó que estábamos en esos cargos por disposiciones superiores pero no nos conocíamos con suficiencia más allá del seudónimo, por lo que éste sería buen momento para calarnos en los preparativos y en la situación extrema de la ejecución. Después de 26 horas de discusión, José Ángel García Martínez, supervisor comisionado por el Buró, accedió, pero dispuso que el comando ejecutante fuera reforzado con otros elementos con reconocida experiencia en estos menesteres; también se opuso a que durante la expropiación se distribuyera un volante donde hacíamos saber que éste era un acto realizado por la naciente LC23s, “No tenemos por qué alertar a la policía y facilitarle el trabajo”, dijo. Es así que al poco tiempo se incorporaron al comando la bella Martha Maldonado Sosa y Silva (a) “Eva” y el audaz Efraín González Cuevas (a) “El Borrego”. POR LO QUE EL COMANDO EJECUTANTE QUEDÓ CONFORMADO DE LA SIGUIENTE MANERA: JOSÉ BONFILIO CERVANTES TAVERA (PROVENIENTE DEL GRUPO PROCESOS, CREADO EN TORNO DE RAÚL RAMOS ZAVALA, YA FALLECIDO PARA ESAS FECHAS), COMO COORDINADOR EN JEFE; DAVID JIMÉNEZ SARMIENTO (EX LACANDÓN); FRANCISCO ALFONSO PÉREZ RAYÓN (EX GUAJIRO); JOSÉ LUIS PACHECO ARAGÓN (EX MAR); ALFONSO ROJAS DÍAZ (EX LACANDÓN); MARTHA MALDONADO SOSA Y SILVA (EX MAR Y ENTRENADA EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE COREA); EFRAÍN GONZÁLEZ CUEVAS (FER, DE LA LEGENDARIA BANDA DE LOS VIKINGOS DE GUADALAJARA) Y POR ARTURO RIVAS (EX LACANDÓN); Y JOSÉ ÁNGEL GARCÍA MARTÍNEZ, ENVIADO POR EL BURÓ POLÍTICO COMO SUPERVISOR DE TODO EL OPERATIVO.
Para entonces el plan general de la operación IEM estaba terminado y aprobado por todos los participantes; se seleccionó y cató el armamento; Omar, experto en robo de autos, proporcionó los cuatro autos necesarios (y que después del operativo serían desechados); se fijó la fecha y sólo restaban detalles menores por afinar.
Dos días antes de la fecha fijada para la expropiación se decidió hacer, repartidos en dos vehículos, un último recorrido para afinar pormenores de la fuga y posibles contingencias. Qué lejos se estaba de imaginar que esa tarde se registraría un imprevisto con fuerte olor a pólvora. En el vehículo donde viajaban Eva, Chano, Ernesto y El Borrego decidieron hacer un alto en una gasolinera sobre la Avenida Vallejo y, mientras llenaban gasolina, El Borrego procedió a checar en el vehículo presión en llantas, agua y aceite pero al inclinarse sobre el motor se asomó la cacha de su pistola, circunstancia que no pasó inadvertida para el ocupante de otro vehículo que esperaba turno para también cargar gasolina. Quiso la mala fortuna que ese vehículo fuera tripulado por tres agentes secretos de la temible División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) y que llevaran sarandeando a un lumpen que les servía de informante. Los agentes cuchichiaban entre sí sobre el arma vista al Borrego, adivinando una jugosa extorsión, cuando el lumpen reconoció a Ernesto como su antiguo compañero de juegos en su niñez. El lumpen sabía que Ernesto era ampliamente buscado por todas las policías del país por subversivo, así que presuroso señaló a los agentes la presa mayor. Pero todo esto también fue advertido por Ernesto quien, a su vez, identificó al lumpen y notificó a sus camaradas la gravedad de la situación y, en un soplo, corrieron al auto policíaco para acribillarlo, los agentes fueron sorprendidos apenas descendiendo de su auto. Ahí quedaron los cuerpos sin vida de dos agentes y el lumpen; el tercer agente logró escabullirse a las oficinas de la gasolinera y encerrarse en el baño, hasta allí fue perseguido por Eva y El Borrego, pero como lo apremiante era escapar, los guerrilleros abordaron su vehículo y en breves instantes desaparecieron.
ANTE ESTA CONTINGENCIA, MATEO DECIDIÓ POSPONER LA EXPROPIACIÓN A LA IEM POR QUINCE DÍAS. PERO COMO EFRAÍN GONZÁLEZ YA ERA REQUERIDO EN GUADALAJARA POR EL FER, EL BURÓ INCORPORÓ AL SEVERO Y EFICIENTE CAMARADA ELEAZAR GÁMEZ RASCÓN (A) ROQUE, PROVENIENTE DEL MOVIMIENTO 23 DE SEPTIEMBRE, DE SONORA, QUIEN PRONTO SE PUSO AL CORRIENTE DE TODOS LOS DETALLES. LA OPERACIÓN OTRA VEZ ESTABA LISTA.
La planta industrial de la IEM es inmensa, su acceso central comprende un espacioso estacionamiento y un edificio de varios niveles de sus oficinas; en su extremo derecho, a cien metros, hay otra entrada que da acceso a la fábrica y que es usada por los obreros y en su extremo izquierdo, a casi trecientos metros, hay una gran puerta destinada al paso de vehículos pesados; estos dos accesos laterales contaban con casetas de vigilancia y guardias armados. Antes de las diez horas de ese 12 de abril de 1973 los ocho guerrilleros fueron llegando a sus puestos de manera independiente, pero se encontraron con una anormalidad ¡Otra contingencia!: la entrada para los trabajadores estaba atiborrada de gente solicitando empleo (esa mañana había aparecido en los periódicos de mayor circulación un anuncio dondela IEM solicitaba personal para su planta industrial). Los guerrilleros celebraron un rápido concilio para decidir abortar o continuar la operación, decidieron la segunda opción y hacer algunos ajustes al plan original.
Eva, Roque, Ernesto y Chano controlarían a los guardias de la entrada para los trabajadores, ¡con todo y sus casi cincuenta solicitantes de empleo en plena vía pública!; Mateo, Arturo y Andrés accederían a las oficinas administrativas, controlarían también a decenas de empleados y sustraerían el dinero de las cajas de seguridad; y Omar en solitario controlaría a los guardias de la entrada para vehículos. Así se hizo todo pero… ¡Oh, otra contingencia más!
En pleno desarrollo de la expropiación, una patrulla policiaca que circulaba fortuitamente por el lugar se percató que decenas de personas se mantenían con las manos arriba y, no dando crédito a lo que miraban, decidieron echar reversa e investigar, pero lo hicieron con una lentitud que contrastó con los relampagueantes movimientos de Ernesto y Chano, que fulminaron a los dos patrulleros. Un policía murió en forma instantánea, pero el otro en sus instantes finales aún pretendió conducir su patrulla, sólo para estrellarse sobre la acera y lesionar levemente a un niño vendedor de chicles (después la prensa difundiría la versión oficial que los guerrilleros, en su loca huída, atropellaron a varios peatones)
El resto de la operación concluyó como se había planeado: Eva, Roque, Ernesto y Chano huyeron en el vehículo 1; Mateo, Arturo, Andrés y Omar, en el 2; los conductores fueron Roque y Andrés que, con rapidez y habilidad nos llevaron por la carretera México-Querétaro hasta la Calzada Vallejo, y allí los vehículos tomaron rumbos diferentes. El auto 2 hizo una parada para bajar a Mateo y Arturo; continuaron su marcha Andrés y Omar hasta llegar a una calle regularmente solitaria y hacer un segundo cambio de vehículo. Se encaminaron a un populoso barrio y en una casa de seguridad se quedó Omar, sólo con una mochila al hombro conteniendo poco más de dos millones de pesos.
Andrés dedicó la tarde a desactivar alertas, entre ellas la de un grupo de camaradas galenos, encabezados por el médico peruano Pedro Miguel Morón Chiclayo, que se habían acuartelado con 24 horas de antelación manteniéndose, con su instrumental, atentos a cualquier posible percance. Al anochecer, Andrés regresó a la casa de seguridad, se hicieron los reportes procedentes y Omar entregó el dinero ya contado y seleccionado. Casi a media noche, Omar salió a la calle y abordó un taxi rumbo a su casa; en el camino entró a un café de chinos, se regaló una taza de chocolate caliente y se fue a dormir 20 horas seguidas.

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Postdata 1. Al día siguiente, 13 de abril de 1973, otro comando de la Liga Comunista 23 de Septiembre expropia la sucursal Cuauhtémoc del Banco General de Monterrey, Nuevo León. Obtiene poco más de un millón de pesos.
Postdata 2. Meses después la directiva de la IEM reportaba públicamente a sus accionistas su estado financiero; y en un párrafo casi inadvertido daba cuenta que el asalto perpetrado por los guerrilleros no había afectado para nada su bonanza financiera. Otro dato curioso es que la empresa siempre reportó $1,800,000.00 como la cantidad sustraída, cuando en realidad fue cercana a los $2,200,000.00. Casi siempre los contadores de las empresas expropiadas exageran las cantidades quitadas para, seguramente, reponerse en sus chanchullos. Pero en el caso de la IEM, extrañamente, fue a la inversa.

jueves, 14 de abril de 2011

¡Gloria a Cuba socialista!


Twitter: @EduardoSuarez_


Playa Girón

ÁNGEL GUERRA CABRERA

(Tomado de La Jornada, jueves 14 de abril de 2011)

Al amanecer del 15 de abril de 1961, aviones de combate con insignias cubanas bombardearon los principales aeropuertos militares de Cuba. Las agencias de prensa estadunidenses difundieron que se había sublevado la fuerza aérea de Castro, especie a la que intentaron dar credibilidad con la declaración de un supuesto aviador militar cubano que habría desertado y aterrizado en Miami. Se trataba de un piloto de la flota de la CIA que actuaba contra Cuba desde esa mañana. Adlai Stevenson, representante de Estados Unidos en la ONU, se esforzaba en convencer de lo mismo al Consejo de Seguridad.
El bombardeo se proponía destruir en tierra los siete u ocho viejos y destartalados aviones de las fuerzas revolucionarias pero fue infructuoso por cuanto el mando militar cubano había dispuesto previamente la dispersión y enmascaramiento de los aparatos. Los bisoños artilleros antiaéreos respondieron con una lluvia de fuego y derribaron su primera nave enemiga. Uno de ellos, víctima de la metralla yanqui, escribió moribundo con su sangre la palabra Fidel en el muro más cercano.
Era la antesala de la invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos), al sur de la provincia de Matanzas, por una brigada mercenaria que con sumo esmero prepararon durante más de un año la CIA y el Pentágono. En marzo de 1960, el presidente Dwight Eisenhower había firmado una orden ejecutiva sistematizando el programa de terrorismo contra Cuba, que incluía el reclutamiento de cientos de contrarrevolucionarios, la unificación bajo el mando de la CIA de las organizaciones contrarrevolucionarias y la creación de una unidad paramilitar.
Es preciso apuntar que desde el mismo triunfo de la revolución y hasta muchos años después de Playa Girón, la isla fue objeto de una feroz campaña de acciones terroristas, que en conjunto cobró la vida de más de 3 mil personas. En los dos años anteriores a la invasión, Estados Unidos empleó cuantiosos recursos en esos menesteres y uno de sus planes más caros fue crear y abastecer un foco de bandas contrarrevolucionarias en las montañas del centro de Cuba, muy cerca del lugar donde se produjo el desembarco. Pero para el momento de la invasión ya esa fuerza había sido puesta fuera de combate por los batallones de milicianos obreros, campesinos y estudiantes.
Así como habían respondido los artilleros antiaéreos en los aeropuertos, lo mismo ocurrió con las unidades enviadas rumbo al lugar del desembarco, que pese a la dificultad de una sola carretera para acceder a ese punto chocaron y comenzaron a hacer retroceder a los invasores ese mismo día, sin olvidar el heroísmo del pequeño destacamento miliciano posicionado en la playa, que logró contener al enemigo y retrasar el desembarco. Para los tanquistas o artilleros de campaña también fue su bautismo de fuego con equipos llegados a Cuba desde la URSS y Checoslovaquia en las semanas anteriores y cuyo uso fue aprendido en tiempo récord. Los pilotos revolucionarios actuaron decisivamente destruyendo buques y aviones e impactando a la infantería enemiga en un vértigo de misiones sucesivas.
Ya Cuba disponía de un numeroso ejército popular miliciano. Salvo por la aviación, fue una cantidad pequeña de ese ejército la que derrotó la invasión en menos de 72 horas, impidiendo así el traslado a Cuba del gobierno títere desde una base militar en Florida, listo para solicitar la intervención de Estados Unidos con la complicidad de la OEA. Aquella fuerzas, afirmó Fidel, habría podido enfrentar con el mismo resultado siete u ocho invasiones simultáneas.
Estados Unidos sufrió su primera derrota militar en América Latina, se acabó la impunidad a que estaba acostumbrado. Desde entonces los pueblos de nuestra región fueron un poco más independientes. Washington sembraba a América Latina de dictaduras militares pero tras medio siglo no queda ninguna de ellas ni están dispuestos los latinoamericanos a permitirlas. Basta mirar la resistencia en Honduras.
A Playa Girón se fue a combatir naturalmente por el socialismo. Millones que hasta dos años antes teníamos prejuicios anticomunistas habíamos experimentado tal radicalización de nuestro pensamiento político que escuchamos fervorosos a Fidel el 16 de abril dar vivas a nuestra revolución socialista en la despedida de los caídos en el bombardeo de la mañana anterior. La conciencia revolucionaria y la unidad del pueblo organizado en torno a sus líderes ha sido y es lo que hace invencible a Cuba.