domingo, 26 de mayo de 2013

Arnoldo, camarada


 

El joven que quiso ser artista y que lo logró, involucrándose a fondo en las luchas obreras y dedicando su vida al socialismo y la Revolución.


Twitter: @EduardoSuarez_

• «Socialistas palaciegos» les llamaba a unos ex comunistas que habiendo caído para arriba, un día se levantaron de la cama convertidos en personeros del PRI y burócratas de medio pelo al servicio de Carlos Salinas.

Mi cariño para Martha Recasens. Abrazos solidarios para Armando Martínez Verdugo y familia; para Elvira, Juan Luis y Luciano Concheiro; para Pablo Gómez Álvarez, Gerardo de la Torre y Luciano López Zamudio, y uno más para Humberto Musacchio, quien hace años le dedicara a AMV una nota bellísima insertada como prólogo en un libro de mi amigo Eduardo Ibarra. Ese texto de Musacchio no lo he podido encontrar, pero en mi opinión refleja lo que Arnoldo es y ha sido para nuestra generación a partir de que de las manos de éste y del asombro nos internamos en la maravillosa experiencia de la Revolución. Lo hicimos o tratamos de hacerlo desde las posiciones políticas y los principios filosóficos que el querido camarada que se nos adelantó hace dos días siempre supo defender y mantener con una gran dignidad.


Eduardo Suárez

Arnoldo Martínez Verdugo (AMV) falleció la tarde del viernes 24 de mayo en su casa de Tlalpan. Tenía 88 años de edad.

Murió con la convicción de que "en una nueva ofensiva, los pueblos del mundo pondrán fin al periodo de dominación de la propiedad privada", que hoy se presenta como una fatalidad histórica

AMV fue el dirigente histórico y el reformador en jefe del Partido Comunista Mexicano (PCM), al que sobre todo en tiempos harto aciagos se esforzó por mantener independiente respecto del dogmatismo soviético, la influencia del Partido Comunista de la URSS y la injerencia abierta o soterrada de los agentes gubernamentales de México y EU.

Fue, en 1982, candidato presidencial por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM). Y más adelante, pieza fundamental para la unificación de las fuerzas progresistas en el comienzo de la transición democrática de este país.

Apenas el pasado 10 de enero, en el transcurso de un homenaje organizado por las autoridades de Tlalpan, Cuauhtémoc Cárdenas consideró, en referencia a Arnoldo Martínez Verdugo, que “su vocación unificadora de los movimientos democráticos, socialistas, de izquierda y progresistas” fue necesaria para acumular fuerzas y transformar el país. Y el antropólogo Roger Bartra —en un texto que envió a la ceremonia y cuya lectura estuvo a cargo de Ilán Semo— deploró la falta de una biografía amplia del homenajeado, cuyo papel democratizador equiparó con el del desaparecido dirigente comunista italiano Enrico Berlinguer.

El investigador criticó que en la historia de la izquierda mexicana AMV sea una figura olvidada por muchos, pese a ser “pieza clave” de la transición a la democracia. Señaló que AMV fue un dirigente comunista que, en contraste con la tradición estalinista, renunció a ser objeto de cualquier índole de “culto a la personalidad”, y que —por el contrario— se escondió detrás de la opacidad de su encargo como secretario general del Parido Comunista.

Ahí en Tlalpan, esto es en la Casa de Cultura de esa delegación, Martínez Verdugo estimó que “nuestro proyecto común tiene que ir más allá de la política”.

Aseguró que sus decisiones tomadas siempre fueron presididas por la convicción, y señaló que en la “búsqueda de un México digno, justo, mejor, debemos confirmar nuestro liderazgo ideológico y promover una profunda, real, transformación de la sociedad”.


VIDA Y MILAGROS

Nacido en Pericos, Sinaloa, localidad enclavada en el municipio de Mocorito, Arnoldo Martínez Verdugo obtuvo su primer trabajo en un pequeño comercio propiedad de un padrino que tuvo, de origen chino. Más adelante, en la ciudad de México, fue contratado como empleado de la empresa papelera “San Rafael”.

Había venido al DF para matricularse como alumno en la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda”, donde —en efecto— fue ayudante de Miguel Covarrubias durante la realización de dos pinturas murales en el desaparecido hotel Del Prado.

Del brazo del pintor Chávez Morado, se involucró en luchas por reivindicaciones sociales y se sumergió a conciencia en el estudio del marxismo.

En 1946, al final del sexenio de Manuel Ávila Camacho, ingresó al Partido Comunista Mexicano (PCM).

En 1959, durante la "guerra fría", en el contexto nacional de los movimientos magisterial y ferrocarrilero, los compañeros de Martínez Verdugo lo eligieron miembro del secretariado del partido. En 1963, al final del gobierno de Adolfo López Mateos, fue nombrado primer secretario de su Comité Central, y luego secretario general del PCM, cargo en el que fue reelecto hasta 1981.

Fue en ese lapso cuando el líder izquierdista encabezó el proceso de transformación que desembocó en la fusión del PCM con el Partido Socialista Revolucionario, el Movimiento de Acción Política, el Movimiento de Acción y Unidad Socialista, el Partido del Pueblo Mexicano y el Movimiento de Acción Popular.

Dicho proceso dio origen al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), del que AMV sería candidato presidencial en 1982.
En ese año recorrió toda la República a borde del autobús insignia del partido, El Machete, nombre del legendario periódico del Partido Comunista Mexicano en la segunda, tercera y cuarta décadas del siglo pasado.

Al invadir el Pacto de Varsovia a Checoslovaquia (1968) para dar fin a la "Primavera de Praga", Arnoldo Martínez Verdugo y sus camaradas de partido protestaron con énfasis. Su ardua crítica erigió al PCM, junto con el Partido Comunista de la República Dominicana, en las únicas dos organizaciones políticas de ese signo ideológico que en América Latina se opusieron a la intervención de tropas extranjeras en la mencionada república del centro de Europa.

En 1978, en medio de polémicas de izquierda, Arnoldo Martínez Verdugo fue sin duda una de las figuras destacadas en las negociaciones con Jesús Reyes Heroles (secretario de Gobernación en el gobierno de José López Portillo) para la primera reforma electoral. En 1979, el PCM se alió con el Partido del Pueblo Mexicano, el Partido Socialista Revolucionario y el Movimiento de Acción y Unidad Socialista para formar la Coalición de Izquierda, con la cual participó en las elecciones por primera vez, aunque con “registro condicionado” a un buen resultado en los comicios.

Y lo lograron. La Coalición de Izquierda obtuvo 705 mil votos, lo que le permitió obtener 18 diputaciones federales. AMV fue elegido coordinador parlamentario de la correspondiente fracción en el Congreso.

El primero de julio de 1985 los medios dieron la noticia de que “cinco hombres armados secuestraron a Arnoldo Martínez Verdugo, candidato a diputado federal por el PSUM”. El Partido de los Pobres, entidad a la que dijeron pertenecer sus captores, reclamaba a manera de rescate una cantidad millonaria que, según se dijo, el PP había confiado al partido de Arnoldo en calidad de resguardo.

Ese dinero no era sino el pago recibido por el propio PP una década antes, a cambio de dejar en libertad a Rubén Figueroa Figueroa, capturado cuando era el candidato del PRI a gobernador de Guerrero.

Años después, el Partido Mexicano Socialista (sucesor del PSUM, que a su vez devino del PCM) nominó a Heberto Castillo Martínez como candidato a la Presidencia. Sin embargo, cuando faltaban unas cuantas semanas para la elección, la dirigencia y las bases del PMS decidieron que Heberto declinara y que el partido apoyara al candidato del Frente Democrático Nacional (FDN), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

La presencia de Arnoldo Martínez Verdugo en esa etapa crucial fue determinante, y en lo que el escritor Carlos Fuentes describió como “choque de locomotoras”, el hijo del Presidente Cárdenas compitió contra el abanderado del PRI, el tecnócrata neoliberal Carlos Salinas de Gortari.

Tras el fraude (elecciones 6 de julio de 1988), del FDN y de la alianza entre el PMS y el grupo de ex priistas encabezados por CCS (la Corriente Democrática) iba a emerger el actual PRD o Partido de la Revolución Democrática, al que el líder histórico de los comunistas mexicanos también perteneció.

Como legislador, Arnoldo Martínez Verdugo hizo públicas y defendió sus apreciaciones personales y los posicionamientos de la por entonces llamada bancada del FDN (más adelante, PRD).

En marzo de 1996, por ejemplo, en medio de un fuerte debate propuso que la Cámara de Diputados se pronunciara contra la desnacionalización de la industria petroquímica y que fuese designada una comisión de legisladores que estudiaran la viabilidad de “otras salidas”. Los propósitos de su iniciativa se resumen en la conservación, la modernización y el desarrollo de esa industria nacional sin que para ello se tuviera que depositarla en las manos de los inversionistas de otros países.

En 2003, en el contexto del gobierno de Fox y durante un homenaje que le tributaron el Gobierno del Distrito Federal y la fracción perredista de la Asamblea Legislativa del DF, Martínez Verdugo advirtió que “el retroceso” en México está imbricado en los intentos de un régimen que representa “el interés del capital trasnacional de cara a la privatización de la industria eléctrica”.

Criticó al Ejecutivo federal por satisfacer sus requerimientos de recursos “a costa de seguir fortaleciendo a la banca”, y advirtió que una reforma fiscal enderezada en esa dirección afectará a la mayoría de los mexicanos y, entre otros resultados, provocará la desaparición de instituciones que han sido unas grandes impulsoras de la cultura. (Con información de México: La Jornada, sábado 25 de mayo de 2013, p. 2.)

| Arnoldo Martínez Verdugo fue el último líder del Partido Comunista Mexicano. Nació en la localidad de Pericos, municipio de Mocorito, Sinaloa, en 1925, y falleció a los 88 años de edad, el viernes 24 de mayo de 2013, en la capital de México.

• Gracias, Adolfo Llubere, por la siguiente nota http://www.redpolitica.mx/nacion/arnoldo-martinez-verdugo-el-comunista-que-libro-la-carcel-en-el-68 compartida:

EL UNIVERSAL | Discreto hasta el final, como aquél día del 68 en que la Policía allana las instalaciones del PCM y con brutalidad se llevan presos a los dirigentes, menos a él, un joven modesto, tranquilo.

—¿Usted quién es? —preguntó el policía.

—Yo soy el secretario general... —contestó Arnoldo Martínez Verdugo.

—¡Pínches gatos! ¡A la chingada! *

( * ) La verdad es que esa escapada no aconteció en 1968. Fue años antes, por ahí de 1966 o incluso antes, bajo el clima de la “guerra fría” y en vísperas de la visita de un personaje relevante del gobierno de EU a México.

Y tampoco se salvó exclusivamente Arnoldo sino varios de los dirigentes del PC.

AMV declaró ser “primer secretario”, no “el secretario general”, como asienta la nota periodística, y uno de los agentes policiales que había mandado Uruchurtu les replicó algo así como “¿Lo ven, pendejos? Sus jefes se fueron y los dejaron. ¿Se dan cuenta, secretaritos de mierda? ¡A la chingada, gatos, pélense o los refundo!”

| eS